viernes, 7 de mayo de 2010

Plaza del Grano

Para mi gusto es una de las plazas más hermosas de la ciudad. Su nombre hace mención al uso que tenía en la antigüedad -venta de cereales, pan, caza y otros productos-, y mantiene elementos del pasado como su suelo empedrado, algo inédito en el resto de la ciudad, igual que los grandes árboles que flanquean la fuente. Además, los nuevos edificios se han integrado de manera discreta, y así conviven bloques de este siglo con una iglesia románica, casas del siglo XVI con soportales y una fuente barroca.

La plaza es paso casi obligado para quienes hacen el Camino de Santiago, ya que en el convento de las Carbajalas (al fondo de la foto) está el principal albergue de peregrinos de la ciudad.



Otro punto a su favor: en la fuente hay un cartel que reivindica el papel de los ciudadanos. Debe ser de los pocos casos en los que no aparecen reyes, ministros o alcaldes.



Esta calleja con encanto, que comunica la plaza con la de don Gutierre, siempre fue conocida como "Apalpacoños": era un lugar sórdido, cuya única iluminación eran los farolillos que había encima de unas puertas -no llegaban a la categoría de portales- de las que salían prostitutas y gentes relacionadas con ese mundo. Apenas nadie utilizaba esa calle; ni siquiera cuando volvías de tomar vinos del Húmedo y, envalentonado por el alcohol, te comías el mundo. Terreno vedado.



Arriba, a la derecha, están ellos.

3 comentarios:

  1. Qué rincones tan románticos. Me encanta la plaza del grano y ese callejón de nombre tan injusto...lugares bellos

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  2. ¡Cuánto me alegro de haberte recuperado!
    Lugares encantadores que no deben estar en las guías, al menos cuando fui yo no los vi. Un abrazo.

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  3. mi infancia transcurriò en esta plaza, carreras de policías y ladrones, el escondite, el colegio de las monjas al que también asistí, las madrugadas del viernes santo en pijama con un frío que no sentíamos viendo pasar la proocesión.
    Las caídas cuando bajabamos en patines,por supuesto de hierro, por la cuesta Castañón. El callejón innombrable, lo 1º que nos advertían, no pasar por el, ni subir ni bajar. Feliz niñez.

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