jueves, 7 de noviembre de 2013

‘No dejéis que los niños se acerquen a mí’ y otras cosas de la Iglesia


Gracias a M.R., por el título

Hace ya unos cuantos días conocimos la noticia de que la Diócesis de Astorga había ganado un juicio contra una Junta Vecinal (Quintanilla de Losada) a raíz de la construcción de un parque infantil en un terreno anexo a una ermita. El parque fue construido en el año 2011, en un terreno que la Junta creía comunal, pero resulta que la Diócesis lo había inscrito a su nombre en el año 1992… Y aquí nos encontramos con una Ley Hipotecaria, reformada posteriormente por un gobierno de Aznar, que considera a la Iglesia (Católica, claro) autoridad a la hora de inscribir propiedades; esto ha permitido que numerosos bienes inmuebles hayan pasado a formar parte del patrimonio eclesiástico, para sorpresa y pasmo de muchos pueblos que consideraban esas ermitas o esos terrenos suyos. Esta actividad depredatoria ha sido especialmente aguda en Navarra, o en la Diócesis de Astorga, especialmente en los tiempos que estuvo comandada por Lucio Ángel Vallejo, el ‘bróker con sotana’ que actualmente se encarga de los dineros vaticanos. Se recomienda la lectura del enlace.

Pero dejemos las cosas del César, sean suyas o de Dios, y vayamos a cuestiones más de calado: la moral católica.

Nuestra tierra no es solo capaz de exportar al mundo presidentes considerados en algunos foros débiles y blandurrios (‘Bambi’, era el sobrenombre que se le daba): también podemos generar patriotas de una pieza, de esos como dios manda. Ahí tenemos al cura Calvo, famoso por salir en la tele diciendo cosas como que los gay tienen anomalías psíquicas y que deben apartarse de los demás (como hacen los leprosos, dijo) para no contagiarnos, o que los inmigrantes vienen a robarnos, ya que nos hemos convertido en el basurero del mundo. Este cura, que oficia con placer las misas para la Falange, dice este tipo de barbaridades (y otras muchas) sin que a sus jefes se les mueva una ceja: según el obispado, «en la Iglesia existe libertad de expresión, sobre todo, en cuestiones de orden temporal», y que el cura «tiene libertad para decir lo que piensa mientras no afecte a la moral y a los dogmas católicos» (declaraciones recogidas en el Diario de León).

La iglesia, tan sensible ante las expresiones de esos relilgiosos adscritos a la teología de la liberación (por ejemplo), considera que los vómitos del cura éste sobre los homosexuales o los inmigrantes no afectan a la moral católica… 

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