No ha sido un accidente

El viernes 9 de abril, unos operarios marcaban unas rayas blancas en los jardines del edificio Abelló, a los que ya he hecho mención en otras entradas. El lunes pregunté y me dijeron que eran para poner farolas.

Hubo tres cosas que me llamaron la atención:

- Que colocaran dos de las farolas en sitios a mi entender inoportunos: una junto a dos de los cipreses que dan refugio nocturno a las aves -especialmente en invierno, cuando les falta protección, además de ser un lugar de cría (desde mi ignorancia, creo que si se alejara tres o cuatro metros podrían compatibilizarse los usos)-; otra farola, justo en el centro de la zona más abierta en el verde, donde más juegan los niños al balón. Si hubieran venido cualquier tarde a observar se habrían dado cuenta, pero sólo trabajan por las mañanas. Tampoco creo que la iluminación se viera resentida por mover la farola algunos metros.

- Que trazaran dos largas líneas prácticamente paralelas, para finalizar una de ellas en una farola a escasos dos metros de otra. Esto supone la apertura de una doble zanja, algo que, sin ser técnico, no le veo mucho sentido.

- Que una de las líneas trazadas fuera muy pegada a los árboles, especialmente a una alineación de cipreses, no habiendo a mi juicio ningún impedimento para alejarla un poco, librando de este modo de daños a los árboles y reduciendo la afección a las raíces.

Así que me propuse ejercer de ciudadano responsable.

El mismo lunes 12 de abril hablé por teléfono con un técnico de "iluminación", un tal señor Ibañez, y le indiqué lo de la farola en medio del verde. Me dijo que vería qué se podía hacer.

El martes 13 de abril hablé (también telefónicamente) con un técnico de parques y jardines, creo que de nombre Víctor. Me señaló que él no sabía nada de esta actuación, y que al afectar a parques deberían estar informados. Mostró interés por el asunto de la cercanía a los árboles, y dijo que vería si se podía hacer algo (le urgí a que actuaran ya, porque la máquina estaba trabajando). Respecto a lo demás (líneas paralelas y colocación de farolas) se remitió a la pericia de los técnicos del ramo: si lo hacían así, por algo sería.

Hoy miércoles, 14 de abril, pasé por allí, y esto es lo que me encontré (el reportaje fotográfico no es muy ameno, pero sí ilustrativo):



Se ha dañado al menos cinco árboles de unos veinte (¡20!) años. No morirán, pero han quedado tocados y serán fáciles víctimas de ataques de hongos y otras enfermedades que los debilitarán en el futuro.

Esto no era inevitable, se podía haber hecho algo para que no sucediera. Ha sido fruto de una actitud que no puedo calificar más que de poco profesional, y las responsabilidades me temo que están repartidas: quien trazó las líneas, sin tomar en consideración otros aspectos como la presencia de árboles; quien condujo la máquina y quien lo supervisó, que no tuvieron el suficiente cuidado para establecer un cordón en torno a los árboles y, en la cercanía de los árboles, bajarse de la retro y utilizar la pala para retirar la tierra del tronco (¿10, 15 minutos de retraso en el tiempo de ejecución?); del servicio de parques y jardines, que a pesar de ser avisados no tuvieron tiempo o ganas o capacidad para acercarse y defender aquello que entra dentro de sus competencias.

Qué hago ahora, ¿me encadeno a un árbol como la baronesa? ¿pongo una denuncia a todos los departamentos? ¿me meto en la zanja y no me levanto hasta que aseguren la reparación de los daños, si es que es posible? ¿hago una pancarta y me siento en el hall del ayuntamiento?

En fin, que estoy indignado.

A pesar de ello, magnífico el 14 de abril, un día lleno de esperanza y sueños de libertad: se celebra la llegada de la República, y mi hijo mayor cumple 10 años.