martes, 1 de diciembre de 2009

Árboles


Al lado del kiosco hay un gran árbol, un ciprés de leyland; hasta hace unos meses había otro gemelo en el extremo de la construcción, pero murió. Yo pensé que se había suicidado, incapaz de soportar el engendro que dibujaron en las puertas del kiosco, pero al ver otras cupresáceas también muertas en el entorno (y alejadas del adefesio infantiloide de la fachada delantera) la causa podría ser otra.



Estos grandes árboles eran los preferidos por los pavos para encamarse en las horas del mediodía, y también por muchos paseantes para sentarse a descansar bajo su sombra. Visto el estado del que queda, con las puntas superiores deshojadas, cabe esperar lo peor.

No sé de qué han muerto, ni si el ayuntamiento es consciente de este problema. La pérdida de un árbol siempre es lamentable, y más aún en un caso como el de nuestra ciudad, donde prácticamente nunca se repone el arbolado perdido. ¿Alguien recuerda ver árboles recién plantados, en espacios verdes ya consolidados? Yo no.

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