La avenida Ordoño II, a pesar de no ser muy larga, es una de las principales calles de la ciudad, si no la principal; parte de Guzmán el Bueno y llega hasta la plaza de Santo Domingo. En ella está el ayuntamiento, muchos comercios, y apunta directamente hacia la catedral.
Hace no muchos años, en aquella época en la que los ayuntamientos gastaban sin demasiado cuidado (así hemos llegado a la situación actual, con déficits espeluznantes) se decidió poner esta calle patas arriba: construir un aparcamiento subterráneo, estrechar la calzada (pasando de tres a dos carriles) y ensanchar las aceras.
No diré nada de los maceteros colocados en mitad de la acera, que se pusieron de moda en muchas ciudades para dar un toque vegetal a la ciudad, con resultados patéticos.
Para la calzada, se decidió utilizar el adoquín, material duro donde los haya. Pero...sucedió que a los pocos meses los adoquines se empezaron a levantar, con lo que el ruido, los baches y los charcos eran tremebundos. El ayuntamiento, muy diligente, cerraba los carriles (con el consiguiente trastorno de tráfico) y lo arreglaba, pero transcurrido un tiempo volvía a suceder en otro punto, y vuelta a empezar.
Cuando tras el cuarto o quinto arreglo alguien preguntó -alarmado por las molestias y por el dinero gastado-, el concejal del ramo (que, por cierto, suena como posible alcaldable, si es que la oposición gana las elecciones) respondió públicamente que lo que estaba pasando era normal, ya que era "una calle de mucho tránsito".
Qué lástima que no lo hubieran previsto antes, cuando ya sabían que había tráfico, aunque un pequeño fallo de planificación lo tiene cualquiera.
Los ciudadanos, encantados a veces de que nos tomen por tontos, seguimos sorteando vallas, pisando charcos y disfrutando con la geometría variable que las obras casi permanentes de arreglo generan.
He leído que entre las obras del nuevo Plan E figura el cambio de firme en algunas calles, estando previsto adoptar el utilizado en Ordoño II. Si eligen calles muy transitadas, es una buena manera de asegurar trabajo estable a las brigadas de reparación y mantenimiento por años y años.
No diré nada de los maceteros colocados en mitad de la acera, que se pusieron de moda en muchas ciudades para dar un toque vegetal a la ciudad, con resultados patéticos.
Para la calzada, se decidió utilizar el adoquín, material duro donde los haya. Pero...sucedió que a los pocos meses los adoquines se empezaron a levantar, con lo que el ruido, los baches y los charcos eran tremebundos. El ayuntamiento, muy diligente, cerraba los carriles (con el consiguiente trastorno de tráfico) y lo arreglaba, pero transcurrido un tiempo volvía a suceder en otro punto, y vuelta a empezar.
Cuando tras el cuarto o quinto arreglo alguien preguntó -alarmado por las molestias y por el dinero gastado-, el concejal del ramo (que, por cierto, suena como posible alcaldable, si es que la oposición gana las elecciones) respondió públicamente que lo que estaba pasando era normal, ya que era "una calle de mucho tránsito".
Qué lástima que no lo hubieran previsto antes, cuando ya sabían que había tráfico, aunque un pequeño fallo de planificación lo tiene cualquiera.
Los ciudadanos, encantados a veces de que nos tomen por tontos, seguimos sorteando vallas, pisando charcos y disfrutando con la geometría variable que las obras casi permanentes de arreglo generan.
He leído que entre las obras del nuevo Plan E figura el cambio de firme en algunas calles, estando previsto adoptar el utilizado en Ordoño II. Si eligen calles muy transitadas, es una buena manera de asegurar trabajo estable a las brigadas de reparación y mantenimiento por años y años.
Estuve de "shopin" por la calle Ordoño II y la verdad, no es lo mismo ir de compras en una visita a la cidad, que sufrirla diariamente.
ResponderEliminarÁnimo y a seguir luchando por León, se lo merece.
Por qué no peatonalizar con "rolling stones"...?
ResponderEliminarPara cuándo un plan F?
ResponderEliminarF, ¿de...?
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