Las obras en el interior de la iglesia románica de San Isidoro, que han finalizado hace unos días, trasladan a los visitantes una imagen de la iglesia radicalmente diferente a la recibida hasta ahora. Aparte de los nuevos bancos con calefacción (algo que los feligreses seguro que agradecen), se han limpiado los muros, las ventanas, y se ha mejorado notablemente la iluminación. El resultado es una iglesia luminosa, sin el polvo y la suciedad características de este monumento.
Un elemento visible, hasta ahora oculto por la porquería, es el de los maestros canteros.
Desde una visión romántica, creía que estas marcas -letras, símbolos- eran dejadas para reivindicar el arte y buen hacer del cantero en cuestión, pero leyendo sobre el tema he descubierto que se hacía para asegurarse la autoría y, por lo tanto, el cobro.
Mi único recuerdo de esta iglesia, donde pasé muchas jornadas los domingos de nueve a diez de la noche, era una señora que se sentaba con toda su familia (cuatro o cinco hijos) en un lateral, muy cerca del cura, que era la viva estampa de Cruella de Vil. Fantaseaba sobre qué sentirían sus hijos cuando se enfadara con ellos.
Un elemento visible, hasta ahora oculto por la porquería, es el de los maestros canteros.
Desde una visión romántica, creía que estas marcas -letras, símbolos- eran dejadas para reivindicar el arte y buen hacer del cantero en cuestión, pero leyendo sobre el tema he descubierto que se hacía para asegurarse la autoría y, por lo tanto, el cobro.
Mi único recuerdo de esta iglesia, donde pasé muchas jornadas los domingos de nueve a diez de la noche, era una señora que se sentaba con toda su familia (cuatro o cinco hijos) en un lateral, muy cerca del cura, que era la viva estampa de Cruella de Vil. Fantaseaba sobre qué sentirían sus hijos cuando se enfadara con ellos.
Muchas veces es mejor seguir con nuestras creencias románticas para hacer la historia más bonita y no darnos de bruces con la dura relidad.
ResponderEliminarLo de Cruella tiene un relato. Te animo a que lo escribas.
PReciosos pilares sellados, de cualquier forma, y pintorescos fieles que hacen volar la imaginación fuera del templo
ResponderEliminarGracias, Tracy, quizás algún día...
ResponderEliminarmasqmay: no sabes hasta qué punto, San Isidoro en misa de nueve era un buen escenario para distintas excentricidades.
ja, ja! sí, las misas daban para mucho en nuestra niñez... Buena estampa de "época"! (nos vamos haciendo mayores...)
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