viernes, 19 de febrero de 2010

El gato


Gallego de nacimiento, leonés - catalán y andaluz por unos años, madrileño de adopción, dio lo que un animal sabe dar: cariño, ternura, calor y fidelidad. Deja pena, cicatrices y todas esas cosillas asociadas a la mortalidad.

Pero sobre todo buenos recuerdos, que son los que al final permanecen.

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