Esto fue en León, tampoco hace tanto. Ya habia democracia.
1. Tenía sus preferidos, con unas características comunes: aspecto aniñado, delgados y rubios. Eran los elegidos para ayudarle en clase: se tenían que poner de pie junto a su silla, y le pasaban las hojas del libro, por ejemplo. Mientras tanto, él acariciaba el muslo del niño, o el trasero. La diversión para el resto de la clase (los de la piel dura) era asistir a los respingos y a los esfuerzos para librarse de los tocamientos. Esto sucedía todos los días en la clase de Religión.
2. Que tuviera sus preferencias no quitaba para que le sirvieran muchos otros, a los que invitaba en su despacho a, por ejemplo, probarse un chandal o un pantalón de deportes. O les subía al coche para preguntarles cómo llamaban a "eso", o interrogarles sobre las conversaciones de sexo con sus compañeros, etc. Ese renault 6 le daba mucho juego.
3. Pero lo peor no fue eso.
Cuando el cura se jubiló (de puro viejo, de puro hedor, como se suele jubilar esta clase de gente), no renunció a su pasión, y cada día a la hora del recreo se montaba en el coche, cogía a un niño y se lo llevaba a la tapia por fuera del colegio. A la vista de todos. Fue en ese momento, ya a punto de acabar el colegio, cuando algunos denunciamos estos hechos -desde una ventana, viendo todo el proceso- a ese otro cura joven, colega nuestro, el clásico sacerdote enrollado y cómplice. ¿Su respuesta? Que eran exageraciones, que no fuéramos malos, que ya era muy mayor...ante nuestra insistencia y las palpables muestras y ejemplos de los abusos, que habría que hacer algo, que ya se vería. El cura del renault 6 siguió con sus excursiones diarias, recogiendo niños, hasta que murió.
1. Tenía sus preferidos, con unas características comunes: aspecto aniñado, delgados y rubios. Eran los elegidos para ayudarle en clase: se tenían que poner de pie junto a su silla, y le pasaban las hojas del libro, por ejemplo. Mientras tanto, él acariciaba el muslo del niño, o el trasero. La diversión para el resto de la clase (los de la piel dura) era asistir a los respingos y a los esfuerzos para librarse de los tocamientos. Esto sucedía todos los días en la clase de Religión.
2. Que tuviera sus preferencias no quitaba para que le sirvieran muchos otros, a los que invitaba en su despacho a, por ejemplo, probarse un chandal o un pantalón de deportes. O les subía al coche para preguntarles cómo llamaban a "eso", o interrogarles sobre las conversaciones de sexo con sus compañeros, etc. Ese renault 6 le daba mucho juego.
3. Pero lo peor no fue eso.
Cuando el cura se jubiló (de puro viejo, de puro hedor, como se suele jubilar esta clase de gente), no renunció a su pasión, y cada día a la hora del recreo se montaba en el coche, cogía a un niño y se lo llevaba a la tapia por fuera del colegio. A la vista de todos. Fue en ese momento, ya a punto de acabar el colegio, cuando algunos denunciamos estos hechos -desde una ventana, viendo todo el proceso- a ese otro cura joven, colega nuestro, el clásico sacerdote enrollado y cómplice. ¿Su respuesta? Que eran exageraciones, que no fuéramos malos, que ya era muy mayor...ante nuestra insistencia y las palpables muestras y ejemplos de los abusos, que habría que hacer algo, que ya se vería. El cura del renault 6 siguió con sus excursiones diarias, recogiendo niños, hasta que murió.
Un caso de libro: no sólo por la pederastia, sino por la protección que se le dio al abusador.
No es el objetivo de este blog, y pido disculpas, pero a veces es difícil contener la indignación, sobre todo después de acabar de escuchar a Monseñor Cañizares diciendo que el asunto de la pederastia no preocupa especialmente, y que todo los ataques que están teniendo intentan desviar la atención de Dios.
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