Esta escultura de Guzmán el Bueno ya la incluimos en otra entrada previa, alabando la entrega y el pundonor del representado: mejor que mataran al hijo que entregar el castillo. Un machote total. En el pedestal pone, entre otras cosas, que “no engendré yo fijo para que fuese contra mi tierra”.
Se colocó en el año 1900, está hecha de bronce, y desató bastantes críticas entre la población: quizás por las expectativas que había generado, ya que se pasó dos años con un saco encima antes de su inauguración.
Su autor fue Aniceto Marinas, el mismo que hizo las estatuas de “El héroe de Cascorro” y de Velazquez, ubicadas en Madrid (Plaza de Cascorro y lateral del Museo del Prado, respectivamente). También hizo, por cierto, el horror del Sagrado Corazón que hay en el Cerro de los Ángeles, en Getafe.
Algunos todavía seguimos confiando en que algún día el bueno de Guzmán se pegue un salto y se derrumbe sobre la huevera, adefesio mayor de la muy milenaria ciudad de León. Si lo del hijo ya no tiene remedio, al menos que haga algo de provecho para sus descendientes.