Mi buen amigo Luis se vino hace unos días a León, desde Sevilla, para peregrinar hasta Santiago de Compostela en bicicleta. Esta visita, además de darme mucha alegría, me sirvió para conocer y constatar diferentes hechos:
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El buen ambiente que hay por el Barrio Húmedo vinculado al Camino: un
montón de peregrinos (identificables por las chanclas y el andar
irregular).
- Que la Plaza del Grano está de lo más agradable, con las terrazas.
- Que Casa Benito sigue teniendo un suelo muy hermoso, labrado por el tiempo.
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Que el de La Bicha está en plena forma, tanto por los productos como
por las broncas y admoniciones que reparte a quien lo merece.
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Que el servicio de información y turismo de la ciudad es realmente
cutre: la oficina, situada en la plaza de la Catedral, cierra con
absoluta rigidez a las ocho de la tarde, hora en la que la calle está
repleta de turistas.
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Que las monjas de las Carbajalas se han subido al carro de la codicia
(no sé si estaban ya subidas, desconozco todo de estas señoras y sus
ecónomos). Resulta que visitamos el albergue de Las Carbajalas de la
plaza del Grano (para coger una compostela, el pasaporte que es sellado a
lo largo del Camino), donde se alojan los peregrinos por cinco euros la
noche. Desde que el ayuntamiento cerró sorpresivamente el suyo a
principios de verano, éste se convirtió en el único lugar donde se
acogía masivamente a los viajantes, con lo que su éxito estaba
asegurado, pero...una residencia universitaria muy cercana decidió
también dar este servicio durante el verano, a un precio superior. El
hecho es que los peregrinos llegan, preguntan, y se les dice que el
albergue está completo, pero que pueden dormir en el suelo (algo
prohibido), sin informarles de que existe un albergue en las cercanías. Eso sí: a los del suelo, les cobran lo mismo que al resto.
No
se trata de gente que llega a las diez de la noche, sin otra
posibilidad de alojamiento: esto lo vimos a las seis de la tarde.
Mi amigo Luis llegó sano y salvo, después de darse la paliza, y encantado de la experiencia.
Mi amigo Luis llegó sano y salvo, después de darse la paliza, y encantado de la experiencia.