martes, 14 de enero de 2014

De la urbanidad


Sala de espera en la consulta de un ortodoncista, León. Una media de 12 personas en la sala -hay un tránsito continuo-, tanto niños (la mitad con uniforme de colegios privados) como adultos (acompañantes).

"Buenas tardes", digo al entrar en la sala, lo suficientemente alto como para que se me oiga: nadie contesta. Ellas, las señoras, leen sin excepción revistas del corazón o del hígado; de los dos acompañantes masculinos uno no lee nada y el otro un cómic con su hijo. Los niños restantes, con el móvil.

Entra una señora con una niña (no saludan); al haber sitios diseminados, el hombre (que no lee) se levanta para dejarles el sitio: " Da igual", dice la señora, sin ninguna expresión verbal  o no verbal de agradecimiento. El hombre se queda un rato azorado, de pie, y se vuelve a sentar. La señora se busca un sitio en una de las salitas adyacentes.

Como tengo para un rato decido hacer un juego sociológico: ante cada entrada de personas, saludo con energía, un "¡buenas tardes!" bien claro, y un "¡adiós!" a quien se va. Poco a poco, se oyen más saludos, y cuando me toca irme a mí la mayoría se despiden. Bueno, no está mal.

No recuerdo quién me comentaba en su día cómo a muchos de los trabajadores iberoamericanos que venían a España les llamaba la atención la falta de calidez y de educación en los encuentros cotidianos más superficiales (buenos días, gracias, por favor, pase usted...), que no dejan de ser convenciones sociales pero que sirven para engrasar y mantener en buen estado las relaciones entre los ciudadanos. A mí también, a pesar de que ya he tenido tiempo para acostumbrarme (desde que nací, de hecho). 

En la anécdota que acabo de contar, lo más penoso es que los niños estaban percibiendo eso de sus padres, y repetirán invariablemente unos comportamientos propios de zoquetes (sin ánimo de ofender).




6 comentarios:

  1. Por perder estamos perdiendo hasta la educación.

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  2. ¡Una propuesta! De juego sociológico a buena costumbre… Hemos perdido convencionalismos y estamos a un paso (algunos ya lo han dado) de poner mala cara. Yo también he comprobado en mis carnes que cuando te atienden como una máquina (cajeras/os del supermercado y del banco por igual) y te detienes a saludar y a despedirte, normalmente levantan la vista de sus quehaceres y hasta se les percibe aliviados! Lo de saludar, es cosa de 2!

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  3. Yo pienso seguir saludando y esperando que me contesten. Lo peor son los que miran su móvil esos no levantan ni la vista. Saludos.

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  4. Genial tu reflexión de hoy. Fíjate hasta qué punto me preocupa que cuando cogemos el autobús saludo con una sonrisa al conductor y le pido a Hugo que también lo haga. Son cosas que se aprenden de pequeñitos, y, profesionescomo ésa o como los guadias de seguridad de las tiendas, han llegado a ser calificadas como "invisibles" pq sufren de la falta de consideración por parte de quienes los vemos pero olvidamos que son personas...

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    1. En internet:hogar sin toxicos. Metete cuando puedas.

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  5. Hola Sr bloguero, tenemos algo muy bonito y maravilloso que es la palabra y cada vez nos cuesta mas emplearla y si nosotros no sembramos la cosecha no crecera. Mis hijas saben desde pequeñas que hay que saludar y agradecer a las personas que nos rodean sus obras y trabajos, y no es dificil enseñarles, ellos aprenden.
    Que tenga buen dia.

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