En el Parque de Quevedo existe un jaulón que si en su día tuvo un aspecto digno hoy presenta unas condiciones lamentables: medio caído, estrangula uno de los grandes árboles que sobreviven en este lugar y está medio cubierto con plásticos atados con cinta de balizar. Si Félix Rodríguez de la Fuente, al que se le hace un homenaje en forma de monolito junto a este chabolo, levantara la cabeza, se quedaría asombrado por el cutrerío.
Pero vamos al tema.
Esta jaula suele utilizarse para proteger algunas de las polladas que nacen en el parque. Desde hace unos meses está ocupada por una pava real con sus pavitos. Ahí están a salvo de los gatos, de los paseantes desaprensivos, y alguien les alimenta adecuadamente. El problema llega cuando los pavos alcanzan un tamaño considerable, como es el caso: en estos momentos, hay al menos seis pavos, ya crecidos, encerrados en apenas cinco metros cuadrados. Unas condiciones indignas y, desde mi escaso conocimiento del mundo aviar, sin justificación.
Los pavos, pasando el rato
¡Liberad a los pavos de Quevedo!
Qué lastimita que da...
ResponderEliminarEstoy de acuerdo contigo. ¡Libertad a los pavos de Quevedo!
ResponderEliminarSon unas condiciones muy tristes en un lugar tan chiquitín, pero comprendo que estén ahí para protegerse, porque son sabios... en cierta manera, porque menudo lugar.
Una pena que un parque esté así :S y representa todo lo contrario a nuestro Félix...
Acabo de poner mis pies en este lugar y me está gustando su textura. Creo que voy a quedarme.
ResponderEliminarDe acuerdo con lo expuesto sobre el parque y el deterioro que presenta, es una pena que un espacio tan valioso se deteriore sin que nadie haga nada para evitarlo. Sirva este espacio, para mover conciencias y dejar constancia de una realidad que debería ser diferente.
Un abrazo.