Parece mentira que después de varios años con este blog no haya hecho mención a uno de los lugares de esta ciudad que más satisfacciones me ha dado (y seguro que a muchos otros visitantes): la biblioteca pública de León.
Un
espacio que reúne tanto conocimiento tiene que ser, por necesidad,
cálido y acogedor, pero nuestra biblioteca se esfuerza por multiplicar
estas sensaciones. Cruzar sus puertas me suele poner de buen humor.
Un pequeño recorrido:
La
sala infantil, con recomendaciones de lectura, juegos y otros recursos
que animan a la lectura (el belén de plastilina que se organiza todas
las navidades y se coloca en la entrada es un clásico).
La sala de los más pequeños. Imposible no aficionarse a los libros.
La sala de videos y música, con posibilidad de llevarte cine y discos durante una semana.
Quizás
esta sea la zona de mayor riesgo: la hemeroteca. Conseguir un periódico
del día es un ejercicio no apto para cualquier usuario, a no ser que
tengas unos excelentes reflejos y una considerable experiencia en el
arte de driblar lectores -generalmente de la tercera edad- ávidos de
información actual. Siempre se puede uno consolar con innumerables
revistas o revisando publicaciones antiguas.
Estanterías
y salas repletas; existe incluso la posibilidad de encargar la compra
de libros (dos al año), y de recomendar adquisiciones.
Todo
esto no sería posible sin su personal, que en su mayoría son excelentes
profesionales y hacen todo lo posible para facilitar las cosas a los
numerosos usuarios.
¿En qué edificio público te reciben así un día de carnaval? Claro que, este trabajador en concreto, tiene su aquel.
A
finales de los ochenta me fui a vivir a otra ciudad -una de las mayores
de España-, y al poco de llegar me acerqué a la biblioteca pública,
esperando encontrarme con unas instalaciones que, por fuerza, mejorarían
a las de mi anterior ciudad. La decepción fue notable: mientras que en
León ya se había instaurado un rudimentario sistema informático, allí
todavía se realizaban las búsquedas en cajoneras con tarjetas sobadas
escritas a mano, y su fondo bibliográfico me pareció mucho más
escaso...Eso es lo que tiene viajar, que te ayuda a contextualizar; en
este caso, descubrí que León estaba en un nivel superior.
En
estos tiempos en los que estamos siendo sometidos a recortes salvajes que no respetan los mínimos derechos, es necesario reivindicar las
bibliotecas públicas; por muchos motivos, y entre otros por los que nos
recuerdan estos días allí mismo aprovechando la celebración del día
mundial del libro.
Enhorabuena, y gracias.
Querido amigo, ya sé la causa de no dedicarle un post: es perfeca, no se le puede poner ninguna pega, ni hay nada que reivindicar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Genial tu entrada :) Buenas fotografías y buena forma de defender a las bibliotecas. Qué ganas de leer =) Un abrazo
ResponderEliminarDe acuerdo con lo comentado.
ResponderEliminarOjalá estos "templos" sigan vivos y con buena salud; esperemos que se libren de las amenazantes tijeras y, que puedan crecer y mejorar para que tod@s lo hagamos con ellos.
Excelente homenaje a un día tan especial.
Comparto la pasión por las bibliotecas, todo un templo de civismo y de lo público que tanto peligro corre ahora...
ResponderEliminar(te contesté en mi blog... no sé si acerté...)+
Besos.
Muy real y oportuna esta entrada en estos días y siempre. Si amamos y visitamos la biblioteca, León seguirá vivo. Saludos.
ResponderEliminarMuy bueno tu homenaje, y en especial ahora que se esta queriendo dejar de lado la cultura.
ResponderEliminarCon luchadores como tú tenemos la pelea ganada.