1. La vida es lo único que verdaderamente tenemos, y la muerte es lo único irreparable. Nadie tiene derecho a arrebatarla, y esto va también por los defensores de la pena de muerte, que abundan en la misma derecha que Isabel Carrasco representaba. Quien haya sentido el dolor por la pérdida de un ser querido puede comprender que nada justifica hacer pasar a alguien por ese trance; en este caso, a su hija, sus hermanas o su novio. Y nada justifica los mensajes insultantes que se reprodujeron por las redes sociales o en la propia pasarela (y que fueron rápidamente borrados, al contrario de otros de carácter xenófobo que permanecen meses o años en las paredes de la ciudad).
2. Aunque todos estamos expuestos, me resulta dificil imaginar a un buen número de responsables públicos del PP ni de otros partidos siendo atacados por unos fanáticos (de su propio partido, es necesario recordarlo) como ha sucedido aquí. Todo personaje público tiene su propia lista de enemigos, deseados o no, pero dudo que hubiera nadie como ella capaz de conseguir tantos damnificados.
3. Baltar, Fabra, Cacharro, Carrasco...todos ellos son representantes de un modo de ejercer la política que debería generar la repulsa de cualquier ciudadano, empezando por la de sus compañeros de partido: al contrario, los han amparado, apoyado, o como mínimo permitido.
En el caso específico de Isabel Carrasco, el listado de desmanes es casi interminable: prebendas para ella o sus familiares, utilización de dinero público para regalos particulares, amaño de oposiciones para favorecer a los suyos, imputación por malversación...Cualquier leonés minimamente informado conoce casos y cosas que hablan del uso indeseable que estuvo haciendo, desde los distintos cargos que ejerció, del poder y del dinero de todos.
4. La Diputación de León estaba repleta, tras su muerte, de coronas funerarias de carácter institucional. Otra cosa ha sido la devoción popular: en el puente donde fue asesinada alguien colocó unas dos o tres velas y un par de flores envueltas en una bolsa de plástico de la compra, sin que esto animara a otros ciudadanos a seguir el ejemplo. Todo esto fue tirado al río (al menos en un caso; en otros no sé si fue retirado por algún alma caritativa, con buen criterio), y repuesto de nuevo.
Altar en la pasarela, siete días después
Otro altarcillo, colocado frente a la sede del PP, únicamente tuvo una corona que ponía "de tus jóvenes", y que provenía de las NNGG (organización que durante años no existió -fue liquidada- por enfrentamientos con la presidenta del PP, hasta que se colocaron al frente gente de su cuerda). Nada más.
Altar frente a la sede del PP, tres días después
Altar frente a la sede del PP, trece días después
Fin de la historia.
Ya echaba de meno que hubieses escrito sobre eltema.
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